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El deporte suele regalar historias humanas y preciosas que nacen de la nada y perduran en el tiempo haciendo que el paso de éste provoque que dicha historia vaya tomando más valor y belleza. En el mundo del baloncesto europeo, una de las historias más bonitas y emotivas es la del Partizan de Belgrado y el Fuenlabrada. En plena guerra de los Balcanes en 1991, el Partizan se vio obligado a jugar sus partidos de Copa de Europa lejos de su tierra natal y encontró refugio en Fuenlabrada, una ciudad al sur de Madrid. El equipo local, el Baloncesto Fuenlabrada, ofreció su pabellón Fernando Martín como sede para los partidos del Partizan. Nadie podía imaginar que esta unión temporal se convertiría en una hermandad duradera y en una historia de gratitud mutua.
Aquella temporada 1991-92, el Partizan, dirigido por el entonces novato en los banquillos Zeljko Obradovic y liderado por Sasha Djordjevic y Predrag Danilovic, logró conquistar la Copa de Europa en un emocionante partido final contra el Joventut de Badalona. Este hito marcó el resurgimiento del baloncesto en Fuenlabrada y consolidó la hermandad entre ambas ciudades. Desde entonces, el Fuenlabrada y el Partizan han protagonizado diversos gestos de agradecimiento y celebraciones conjuntas en conmemoración de aquel logro histórico.
En el año 2023, con motivo del 30 aniversario de la conquista de la Copa de Europa, el Fuenlabrada invitó al Partizan a disputar un amistoso en su pabellón Fernando Martín. Sin embargo, este año el Partizan quiso actuar como anfitrión y organizar el partido en Belgrado, en el emblemático estadio Kalemegdan. Este escenario al aire libre, rodeado de murallas históricas, fue testigo de un encuentro lleno de emoción y gratitud. Los aficionados del Partizan mostraron pancartas y cantaron el nombre de Fuenlabrada, demostrando el profundo agradecimiento que sienten hacia la ciudad que les brindó su apoyo en momentos difíciles.
El ambiente en el estadio Kalemegdan fue espectacular. Los aficionados llenaron las gradas y crearon una atmósfera de celebración mágica con bengalas y cánticos continuos. El resultado del partido fue lo de menos, ya que lo que primaba era la amistad y la hermandad entre ambos equipos. El Partizan se llevó la victoria por 93-63, pero eso no importó. Lo importante fue el homenaje al baloncesto y la demostración de que el deporte puede unir a las personas más allá de las fronteras y las diferencias.
El encuentro entre el Partizan y el Fuenlabrada en Belgrado fue un momento histórico para ambos clubes y para el baloncesto europeo. Esta historia de hermandad y gratitud perdurará en el tiempo, recordando la importancia del apoyo mutuo y la solidaridad en momentos difíciles. El deporte, una vez más, ha demostrado su capacidad para crear lazos y generar emociones únicas. El Partizan y el Fuenlabrada seguirán siendo símbolos de amistad y respeto en el mundo del baloncesto, y su encuentro en Belgrado quedará grabado en la memoria de todos los aficionados.